Pulse UNF. El artista plástico tapatío marca Guadalajara con su forma de experimentar el arte

Jue, 13 Oct 2022 - 09:02 -- cruz_alfonso

Entrevista realizada por Cynthia Márquez*

Venimos de la escuela del no podrás…”

Kase  O

Marginados, aislados, juzgados y discriminados,

perdidos en la deriva, situados en el caos de la nada

para encontrarnos con nuestro ser natural y decidir nuestro propio camino.

No tenemos plan C ni B, sólo hay uno.

Nada qué perder y mucho qué aprender, seguiremos remando contra corriente mientras sea necesario.

Volverá a salir la luz y aquí seguiremos creciendo, evolucionando y transformándonos como la alquimia.

Pulse UNF

¿Te imaginas saltar en un brincolín en medio de un museo? ¿O construir un castillo de arena en el piso de una galería? Para Marco Aguirre, mejor conocido como Pulse UNF, esto y mucho más es posible en el arte. Cáele y descubre la marca que el artista tapatío, egresado de Prepa 7, ha dejado y sigue dejando en nuestra ciudad.

Pulse UNF nació en 1984, en Guadalajara, Jalisco, y estudió Artes Plásticas en la UdeG. «Acababa de empezar a patinar y dije: “ya no voy a hacer grafiti”, pero una noche unos compas se me acercaron. Me dijeron: “cáele a cotorrear”. Yo me acerqué con ellos y eran varios del barrio, como unos 15 o 20 haciendo un desmadre, y ahí me preguntaron si no quería pintar con ellos. Yo les dije: “na, es que ya no pinto”. Yo nomás quería patinar, pero vi todo el cotorreo y se me hizo chido. Ahí me dijeron que me inventara una tag, una firma. Estuve ahí cotorreando con ellos un rato y, luego, en mi casa, me acuerdo que teníamos una litera y yo dormía arriba, entonces estuve mucho rato pensando qué poner y en una de esas, no sé por qué, dije: “el Pulso”. No sé qué fue, pero aparte era como esto de estar vivo, ¿no? Pero la “o” no me gustaba, así que se la cambié a la “e”, porque la “e” tiene más posibilidades de estilo. Para mí era más fácil distorsionar esa letra, y de ahí en adelante me bauticé como Pulse. El UNF lo inventé con mis hermanos y duré mucho tiempo sin usarlo pero al final decidí que era un tributo a mi adolescencia y parte de mi crecimiento. Significa “Una Nueva Fase”».

Desde muy joven decidiste que querías ser pintor. Para ti, ¿qué significa ser artista plástico?

A mí la pintura y el arte en general me han hecho sentir útil. A la hora que estoy produciendo algo siento que estoy vivo, que estoy presente, aunque a la hora de pintar estás como en la nada; realmente no piensas mucho, sino que vas paso por paso.

¿Cómo llegaste al grafiti?

Una noche andaba en una fiesta familiar y se acercó un primo que para mí de chico era mi ídolo, mi referente de las cosas que quería ser. Quería vestir como él; si él bailaba rap, yo también quería bailar rap, y así. Todo lo que él hacía yo lo quería hacer también y ese día él se acerca conmigo y me dice: “ven, hazme un paro” y yo: “ah, simón”, digo, cualquier cosa que él me dijera yo la iba a hacer, ¿no? (ja, ja, ja, ja) entonces dije: “sí, en breve” y ya me llevó, íbamos caminando y no tengo muy claro el trayecto, nomás me acuerdo que estaba en la esquina y yo parado y me dijo: “oye, si ves a alguien que se acerque me avisas”. Estábamos en la esquina y vi que hasta se paró de puntitas para alcanzar. Puso su firma y para mí fue un shock. Me quedé como: “Iiii, esto me gusta. Yo quiero hacer esto”. No sé si también fue por el hecho de que era él el que lo hacía, pero sí me marcó mucho porque antes no me gustaba dibujar tanto y eso me abrió la puerta a que me gustara hacer otras cosas. De ahí en adelante iba a su casa y yo no me acordaba, pero él me dice que yo le pedía sus cuadernos para verlos y ahí me quedaba rato viéndolos y así empezó todo.

En tus obras exploras el humor, la ironía y la crítica. ¿Por qué mover esas emociones en el público?

Bueno, la idea es hacer un contraste con la costumbre que se tiene de que el arte debe ser muy serio. Muchas veces las personas tienen esa referencia del arte, y en ocasiones hasta prefieren no entrar a un museo porque no saben cómo reaccionar o qué tienen que hacer, entonces creo que la ironía o el humor son más cercanos a todos y de esa forma puede ser más fácil atraerlos.

¿Recuerdas la primera vez que vendiste una obra?

Muy claro no recuerdo. Creo que el primer dinero que recibí fue de murales. No recuerdo muy bien pero quedé seleccionado en un concurso que era de El Informador sobre caballos. “Cuacos” se llamaba el concurso, y yo hice un caballo, pero no quería pintar en un bastidor y utilicé papel batería, que es con lo que hacen las baquetas. Hice la silueta del caballo, modifiqué ciertas cosas e hice el relieve y así lo presenté. Creo que esa pieza fue de las primeras que hice y, si quedabas seleccionado, te pagaban $5,000 pesos. Esa fue como en 2008 o 2009, pero no recuerdo si ya antes había pintado algo como un mural o algo así.

¿Cómo es un día normal para Pulse UNF?

Pues (ja, ja, ja, ja) depende de qué vaya a hacer. Hay días que me levanto temprano, tomo agua, hago mis necesidades (ja, ja, ja, ja) luego saco a mi perra a pasear, regreso, en ocasiones dibujo, desayuno, después de desayunar a veces me pongo a chambear y de eso voy a natación, nado una hora, luego a comer y después voy al taller. En este tiempo he estado pintando más en mi casa que en el taller. Y es eso. A ratos no hago nada. Ahorita estoy investigando para una nueva exposición.

¿Cómo fue tu experiencia en Santiago de Chile?

De las cosas más chidas que saco de allá fue que estuve en Valparaíso y había muchos murales. Es un lugar de muchos estudiantes, de gente joven, entonces hay mucho movimiento; está la casa de Pablo Neruda también. Yo tenía mucho tiempo sin pintar en la calle y eso me movió todo para regresar y tener bien claro qué quería hacer porque antes de estar en Chile estaba haciendo muchas cosas, explorando mucho, y no era nada claro. En ese viaje fue como: “es esto y ya. Tira todo lo que tengas que ya no te sirva y de aquí en adelante partimos de esto”. Eso fue lo que me gustó y fue en 2011. Yo hago la referencia de que desde ahí me considero pintor profesional.

En tu obra exploras diversos materiales y formatos. ¿Tienes alguno favorito o cómo decides qué material dará forma a cada creación?

Lo que más me ha gustado a mí es el acrílico, también porque tengo medio madreados los ojos y una vez me dijeron que de preferencia no utilizara materiales que fueran solventes fuertes, pero antes de eso el acrílico siempre fue un material que me gustó mucho trabajar.  Al principio era difícil, pero con el tiempo vas entendiendo cómo trabajarlo. La acuarela también, pero se me hace más delicada en el sentido de su preservación, porque la puedes tener en tu casa y con un rayito de sol que le llegue se va a desvanecer el color entonces el acrílico te puede dar esa apariencia de acuarela, no genera los mismos efectos porque la acuarela reacciona muy rápido al contacto con el agua, pero el acrílico te puede dar algo sugerido a eso.

El acrílico me gusta mucho aunque dependiendo qué vaya a hacer pienso: “ah, pues esto podría quedar mejor para este proyecto”, pero no le cierro la puerta a decir como: ”ya no quiero utilizar este material”. El acrílico está muy chido, aparte seca rápido, si te equivocas puedes corregir y en óleo tienes que esperar un poquito más. Son diferentes procesos, cada uno tiene sus pros y sus contras.

Casi todo mi trabajo parte de la improvisación; tengo una idea más o menos de lo que quiero hacer y a partir de eso voy trabajando. Mi trabajo surge de la cuestión lúdica y la exploración como tal. Es como: “¿a dónde me lleva y qué encuentro?”. Al ser consciente de lo que estás haciendo vas a encontrar algo que te puede beneficiar y cómo lo vas a utilizar. Es un viaje a la deriva en el que puedes encontrar un rayito que te hace decir: “esto es lo que necesito para producir algo nuevo”.

¿Qué te motivó a crear una marca de ropa?

Desde morro lo que me involucró en el arte fue el grafiti y en el tiempo que yo empecé eran los tags; eran los años 1990 y en ese tiempo no había tanta ropa de ese tipo. El trip de esa época era como la banda con ropa aguada. Ibas a las pacas de Mezquitán y decías: “oh, esta playera se me va a ver chida”.

En el grafiti siempre está esa idea de generar un propio estilo y en el crew “UNF” éramos muy exigentes de decir: “no podemos pintar hasta que todos pintemos con esta calidad”, entonces, sí nos clavamos mucho en eso.

Creo que siempre me gustó eso de buscar. Me metía a todas las tiendas a buscar y decía: “¡ah, mira! Esa tienda es bien equis y encontré estas camisetas bien viejitas y se ven bien chidas con el corte que tienen o las orillas de la playera tienen otro color”, eso me gustaba mucho,e entonces en algún momento dije: “podría hacer yo mi marca”, y con el tiempo se fue dando. Cuando estaba en la escuela en artes hice unas playeras con esténsil pero no funcionó tanto. Poco a poco fue resultando todo.

¿Es difícil vivir de la producción visual artística en Guadalajara?

Vivir del arte creo que no es fácil en ningún lado, no sólo en Guadalajara. A lo mejor en otros lugares es más fácil si ya hay una cultura del consumo del arte. Guadalajara está creciendo y cada vez hay más oportunidades; sin embargo, es como un maratón, es una carrera de resistencia. Durante ese tiempo tienes que ver cómo solventas todo lo que tienes que pagar y no es sencillo, pero también nada es sencillo. Yo estuve trabajando 13 años como maestro y agradezco mucho haber dado clases, me dio cosas bien chidas, pero el sueño de estar viviendo de la pintura en este momento lo prefiero mil veces. Cuando te quieres dedicar sólo a la pintura habrá días que no va a haber para nada, no vas a tener para ni para pagar la renta, pero yo creo que en todo. A mí me decían: “es que si estudias artes te vas a morir de hambre”, pero cualquier carrera que estudies en la vida, si no te pones las pilas, te vas a morir de hambre. Yo tengo amigos que son contadores, ingenieros, compas que trabajan en un chingo de cosas y, ¡guey!, si no trabajas pues te mueres de hambre.

Esta cuestión es de estarte moviendo y ver de qué modo. Cada uno pone sus condiciones, porque también hay artistas que no les molesta vender más barato o caro. Cada uno tiene sus principios y sus formas. Hay personas que pueden llegar y ofrecerte cierta cantidad de dinero y tú puedes decir: “muchísimas gracias, pero esto es mi trabajo. No le voy a quitar el valor que tiene”. Es encontrar otras formas.

Mientras la gente te conoce y empieza a digerir tu trabajo, mientras le encuentra sentido, también uno tiene que ser inteligente para saber cómo llegar. Posiblemente no todo el público tenga los recursos para comprar una obra que tú tienes, pero si les ofreces una camisa, unas calcetas, una sudadera, pues es más fácil. En el arte tienes que aprender de relaciones públicas, administración, todo esto que te vas dando cuenta a la hora de que te encuentras en el desmadre. Sí es mucho trabajo el que se tiene que hacer para vivir de la pintura o de las artes en general y tienes que saber cómo poder explotar todas tus herramientas, pero difícil es todo. Al final de cuentas es un producto y tienes que saber cómo venderlo. En la universidad no nos enseñan nada de eso. Tú vas creando tablas a partir de tu crecimiento.

¿Te gustaría platicarnos de las exposiciones que has tenido y qué proyectos estás haciendo ahora?

Sí, la primera expo que tuve fue individual y se llamaba “Fiesta de disfraces”. Era una visión nueva de los nahuales y fue expuesta en la estación Juárez del tren ligero. Ahí presenté ocho piezas. No quería poner el nombre de nahuales porque sentía que ya estaba desgastado, porque hay muchos artistas que han trabajado a partir de ese tema. Yo quería presentar eso de una manera más fresca y actual y al investigar encontré que la definición de nahual, de una manera general, es disfraz. Jugué con eso y en la inauguración regalé antifaces con los personajes que tenían arriba cada uno de los nahuales.

Luego presenté “Flow” en Punto del arte, una galería que ya no existe. La palabra significa fluir, entonces presenté una serie de ilustraciones que había hecho como muy sueltas.

Después siguió “Welcom tu da barrio”, que expuse en el Larva, y presentaba mi mundo como persona, presentaba lo que estaba haciendo y aparte tenía una serie de retratitos, que al principio eran 50 y al final hice 75. En esa instalación todas las piezas eran del mismo tamaño, de 28 x 28, y la idea era mostrar a los individuos como únicos en su ser y como iguales en comunidad. También había piezas negras del mismo tamaño que representaban a los ausentes y desaparecidos. Entre todos los retratos había un espejo en el que te reflejabas y te volvías parte de “El barrio”. Esa fue como en 2016 y en 2017 estuve muy tranqui.

En 2018 presenté “A la deriva. Después de la tempestad viene la calma”. En el 2016 ya estaba cambiando mi propuesta estética porque antes presentaba trabajos de años pasados y me sentía un poco desfasado a mi tiempo. Solté todo y di a conocer a este nuevo ser que se llama Zami. Ahí mostré su nacimiento porque en la deriva estás en la nada y la nada te da esa libertad de volver a comenzar desde cero. La galería se llama Ajolote y tenía dos salas; eso me dio la libertad de presentar lo que estaba construyéndose y lo nuevo. En el centro de la galería puse una balsa hecha de madera que yo hice.

Y en 2019 presenté “Recreo”, donde yo tenía totalmente claro a Zami, este personaje que ya había entrado y que había marcado todo. Creo que estaba viviendo esa confrontación entre la responsabilidad de la vida adulta y las dudas que surgen y que son parte del proceso de ser artista. El “Recreo” me llevó a decir: “relájate, tienes que disfrutar esto”. Esta expo habla sobre esto: contemplar, disfrutar, darte la oportunidad de distraerte. No todo es trabajo, trabajo, trabajo. Y también recordar mi infancia; estos momentos distantes de festejo donde no existen obligaciones. Compartirlo con la gente podría ayudar a parar un poco. En esa metí un brincolín en medio del museo y puse una caja con arena para que los asistentes jugaran.

Después me paré tres años por el asunto de la pandemia y llegó la última, que se llama “Intus. Se metió hasta la cocina”. Yo no me había dado cuenta, pero sí me remonto mucho mi infancia, bueno, estas últimas dos expos tienen mucho que ver con algo muy íntimo. Estoy muy satisfecho porque era una obligación para mí que esta última exposición fuera igual o mejor que “Recreo”.

“Intus” tiene que ver con el hecho de que algo que hacía de pequeño, jugando, resultó que lo estaba haciendo de adulto, en otro soporte y de una manera más madura, más consciente, pero que partía de ahí. “Se metió hasta la cocina” es una cuestión de broma, que tiene que ver con que sea más fácil acercar a la gente. Intus es una palabra que tiene su toque medio rebuscado y la otra frase es un contraste porque es muy coloquial. Esos contrastes me gustan mucho.

Ahorita estoy haciendo una intervención en un restaurante que se llama Bruna. Posiblemente el próximo año les presente algo nuevo. Ahí los veo.

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*Cynthia Márquez (Guadalajara, 1996) estudió Letras Hispánicas en la UdeG. Sus textos han aparecido en DADA, Sangría y El Informador. Está incluida en la antología Remolinos y mareas.